René Álvarez, Guardia Civil | Mediterráneo
René Álvarez Redono, un resuelto guardia civil de 39 años, oriundo de Venezuela pero establecido en España desde hace dos décadas y tres años. Destinado en el puesto de Burriana desde el 2021, el agente todavía se recupera en el Hospital General de Castellón, tras su extraordinario rescate del pasado domingo en la playa del Planetari del Grau.
Después de haber socorrido a los tres infantes, dos niñas de 11 y 12 años y un niño de 8, todos de ascendencia marroquí, el guardia civil se encontraba exhausto, habiendo ingerido una considerable cantidad de agua. El héroe de la Benemérita requirió oxígeno y fue trasladado en ambulancia al hospital, donde pasó la noche bajo observación.
La escena tuvo lugar en la tarde del domingo, mientras las olas se arremolinaban debido al vigoroso viento. La resaca complicaba cualquier actividad acuática, lo que justificaba el ondear de la bandera amarilla.
Desde el centro hospitalario castellonense, el guardia civil atendió al periódico Mediterráneo para realizar una entrevista.
¿Cómo se encuentra usted? ¿Qué síntomas experimenta tras el rescate?
Me encuentro bastante bien. Pasé la noche en el hospital y debo quedarme hasta mañana. Un respirador automático me ayudó a eliminar el agua.
¿Cómo se percató de la situación en la que se encontraban los niños y a qué distancia estaban?
Estábamos pasando el día en la playa mi familia y yo, junto a mi amigo Olaf Aust, un capitán de la Policía de Hamburgo (Alemania). Repentinamente, vimos a la gente gritando y corriendo hacia la escollera, así que nos apresuramos a averiguar qué ocurría. Vi a un niño y una niña junto a las rocas, luchando por salir debido a las feroces olas. Les brindamos ayuda y en ese momento noté a otra niña más distante, a unos 30 metros, implorando auxilio.
¿Tuvo tiempo de reaccionar?
En esa coyuntura, no puedes sino lanzarte al agua en su rescate. Los gritos de esa niña eran desgarradores. No soy precisamente un experto nadador, pero hice lo posible por alcanzarla a toda prisa. La corriente me aproximó a ella y luché por mantenernos a flote a ambos. Le expliqué que debía cooperar, que juntos debíamos llegar a las rocas. Yo me hallaba cada vez más fatigado y ella se aferraba a mi cuello con firmeza. Finalmente, mi amigo Olaf se lanzó al agua para auxiliarme. Cuando recobré la conciencia, estaba rodeado de socorristas.
¿Presenció su familia la dramática escena?
Sí, mi esposa y mi hija adolescente estaban presentes. Una vez pude hablar, miré a mi hija y le aseguré que no se preocupara, que todo estaba bien. Desde entonces, mi amigo Olaf no me ha dejado solo en el hospital ni por un instante. Él también fue una parte crucial de esta intervención.
¿Cómo estaban los niños emocionalmente?
Los niños estaban en un estado de pánico absoluto. Afortunadamente, me hicieron caso y colaboraron en todo. En momentos así, te encomiendas a quien te brinda ayuda.
¿Han agradecido los padres de los menores su valiente actuación?
La madre de la niña que estaba en mayor peligro me visitó en el hospital ayer y esta mañana me telefoneó para saber cómo estaba. Los he invitado a venir al cuartel de Burriana cuando esté recuperado. Me gustaría que los niños vean nuestros vehículos de patrulla y que guarden un grato recuerdo de la Guardia Civil tras este susto.
En el momento de los hechos del domingo, ondeaba la bandera amarilla, y la bandera de prohibido el baño estaba a punto de alzarse. ¿Considera que los bañistas se comportan de manera imprudente, poniendo en riesgo no solo sus vidas, sino también las de sus salvadores?
Siempre se deben respetar las indicaciones de las autoridades. Este tipo de imprudencias pueden tener consecuencias trágicas. A veces, se asumen riesgos innecesarios y las consecuencias pueden ser fatales. Nosotros, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, estamos dispuestos a arriesgar cuando alguien está en peligro, eso es parte de nuestro trabajo. Pero siempre debemos intentar evitar cualquier riesgo innecesario.
¿Considera que esta es la actuación más destacada en su carrera profesional?
Sí, lo creo. La voz de esa niña suplicándome que no la abandonara jamás se borrará de mi mente.
