El «Efecto Espectador» es un fenómeno psicológico que ha sido ampliamente estudiado en el contexto de la psicología social. Se refiere a la tendencia de las personas a no intervenir en situaciones de emergencia o crisis cuando hay otros presentes, asumiendo que alguien más tomará la iniciativa.
¿Qué es el Efecto Espectador?
El Efecto Espectador, también conocido como la «Difusión de la Responsabilidad». Se basa en dos conceptos clave: la difusión de la responsabilidad y la influencia social. La difusión de la responsabilidad ocurre cuando varias personas son testigos de una situación de emergencia, cada una de ellas tiende a asumir que otra persona tomará la iniciativa para intervenir o ayudar. La influencia social, por otro lado, se manifiesta cuando las personas miran las reacciones de los demás antes de decidir cómo actuar. Ambos conceptos se combinan para crear un escenario en el que prevalece la inacción colectiva.
El nombre de “efecto espectador” surgió a consecuencia de un asesinato que se produjo exactamente el 13 de marzo de 1964 en Nueva York, Estados Unidos, fue estudiado por primera vez por los psicólogos sociales John Darley y Bibb Latané que utilizaron el trágico caso una mujer llamada Kity Genovese de 28 años de edad, que fue apuñalada enfrente de su apartamento a plena luz del día, mientras varios vecinos escuchaban sus gritos de auxilio pero no intervinieron. Tratando de brindar una respuesta a los comportamientos que se produjeron, con bastante sensacionalismo y repercusión mediática, después del asesinato.
Causas del Efecto Espectador
Este fenómeno se ha observado en una variedad de contextos, desde situaciones de accidentes de tráfico hasta episodios de violencia en la calle.
Puede atribuirse a varias causas fundamentales:
La dilución de la responsabilidad: Cuantas más personas estén presentes, menos responsabilidad individual siente cada persona para actuar. Esto puede llevar a una pérdida de sentido de urgencia.
Ejemplo: En situaciones cotidianas de crisis, como un robo, un asalto, una agresión, un abuso, acoso o un accidente, de la que somos testigo, la presencia de múltiples personas puede llevarnos a la suposición de que alguien más tomará la iniciativa o que otros ya han llamado a la policía o medios necesarios. Esto puede resultar una inacción peligrosa, especialmente si nos encontramos en una situación donde se necesita una acción inmediata.
Evaluación social: Las personas a menudo miramos a otros para evaluar si una situación es realmente una emergencia antes de decidir cómo actuar. Si los demás no están actuando o nadie más está preocupado, esto puede llevarnos a la creencia de que no es necesario intervenir.
La ambigüedad de la situación: La situación no permite identificar de forma clara si es una emergencia o no.
Miedo al escrutinio social: El temor al juicio de los demás puede inhibir nuestra acción. Podemos tener más preocupación por ser criticadas o parecer excesivamente alarmistas si actuamos cuando otros no lo hacen.
Consecuencias del Efecto del Espectador
Las consecuencias del Efecto del Espectador pueden ser profundas y a menudo indeseadas:
La falta de acción inmediata puede producir un mayor riesgo para las víctimas, como retrasos de la llegada de ayuda, lo que puede ser crítico en situaciones de emergencia. Las víctimas de una emergencia pueden quedar en una situación más vulnerable. La falta de intervención inmediata puede aumentar el peligro de lesiones o incluso de pérdida de vidas.
La exposición constante a situaciones de crisis, emergencia y sobre todo de violencia, puede llevarnos a una sociedad de desensibilización, lo que significa que podemos convertirlo en la norma y volvernos menos sensibles a la gravedad de ciertas situaciones socavando la empatía y la solidaridad.
Posiblemente nos mine la confianza en la sociedad, con la sensación de sentir que no contamos con la ayuda de los demás en momentos de necesidad, y nos puede generar una sensación de aislamiento y alienación.
En casos extremos, la falta de respuesta en situaciones de emergencia puede tener implicaciones legales y éticas. Los testigos que no intervenimos podemos ser cuestionados si nuestra inacción contribuye a daños o lesiones y enfrentarnos a repercusiones legales en algunos casos.
Experimentar el «Efecto Espectador» es posible que más adelante al darnos cuenta de que podríamos haber hecho algo para ayudar nos cree sentimientos de culpa y remordimiento, pudiendo estos ser duraderos y tener un impacto en la salud mental.
A pesar de los desafíos asociados con el Efecto del Espectador, existen formas para combatirlo.
Debemos ser capaces de identificar la situación como irregular, violenta o de emergencia, ser conscientes de que se podemos ayudar, aunque no tengamos conocimientos médicos, siempre se puede llamar a una ambulancia o a la policía.
La educación pública puede aumentar nuestra conciencia y motivarnos a superar la pasividad en situaciones de emergencia, el entrenamiento en la toma de decisiones bajo presión puede ayudarnos a superar la parálisis y actuar de manera efectiva.
Si fomentamos la idea de que cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de ayudar en situaciones de emergencia podremos reducir la dilución de la responsabilidad.
El «Efecto Espectador» puede tener una serie de consecuencias negativas a nivel individual y social, desde un retraso en la ayuda hasta la normalización de la pasividad.
“El primer paso para la compasión es darse cuenta de la necesidad de otra persona. Todo comienza con el simple acto de atención”. (Daniel Goleman)
Pilar Ramos.
Comunicadora y Divulgadora de la Cultura de Seguridad y Defensa de España.